El Ministerio de Cultura reconoció como patrimonio cultural de la Nación a los conocimientos, saberes y técnicas de tejido del tapiz ayacuchano, por su original valor estético y ser una expresión de la memoria histórica y la identidad cultural del pueblo de Ayacucho.
Al respecto, existen evidencias del uso del telar en las culturas preíncas. El papel que desempeñó el textil en estas culturas fue esencial para la ornamentación y los rituales ceremoniales, al igual que fue un símbolo de la jerarquía social.
En la actualidad, los portadores de estos conocimientos textiles se autoidentifican como tejedores. A su vez, por su ubicación y arraigo territorial en distintos barrios tradicionales de Ayacucho se identifican como tejedores del barrio tradicional de Santa Ana, de Carmen Alto, de Magdalena, de Belén y de Puca Cruz.
También de otros barrios de origen más reciente: Yuraq Yuraq, la Picota, Pilacucho y Huascahura, residiendo en estos últimos, en su mayoría, tejedores jóvenes que se independizaron y abrieron sus talleres textiles. Los talleres de los tejedores se caracterizan por funcionar en la propia vivienda, donde tienen una casa-taller. En esta se transmiten los conocimientos textiles a nivel intrafamilia.
3 tipos de telares se practican en época prehispánica: cintura, vertical y horizontal.