El primero o el último. Todo es superlativo en esta vida y no sabemos si en la otra. El barrio de Tres Compuertas, que no es uno sino el genérico de una triada –San José, San Cristóbal y Buena Vista– fue el apéndice del anterior gigantesco distrito de Lurigancho-Chosica. Un puñado de casas aquí, entre las faldas del cerro San Cristóbal y las orillas del río Rímac, el resto, hacia el este, eran chacras. Décadas después, Tres Compuertas se convertiría en el primer barrio del pujante distrito de San Juan de Lurigancho (creado en 1967).
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Su territorio se inicia aquicito nomás, pasando Piedra Liza y adyacente a la famosa Curva del Diablo, hasta donde corrían los chiquillos de Tres Compuertas cada vez que le vaciaban los frenos a un ómnibus o camión y tentaba su suerte en el río Rímac.
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Los muchachones del ayer continúan con la tradición de reunirse quincenalmente a pelotear con el polo del Club Social Deportivo San José, el más emblemático del barrio, el que nació en 1961 y que llegó a la primera de la liga de San Juan de Lurigancho en 1978. Ahora, el horizonte del barrio lo complementan los trenes que llevan los rieles de la Línea 1 del Tren de Lima.
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Esta losa deportiva es fruto de su esfuerzo: una madrugada de 1974 le dieron vida encarando a los comerciantes del adyacente mercado San José, y hasta a la policía. Pero a los chiquillos les motivaba algo sano: querían un lugar donde recrearse y no caer en los malos pasos. Aquí, también, Tony Perejil armaba la carpa de su circo para el pueblo, con su oferta de payasos, animales y hasta un Superman que juran volaba sobre el eje concéntrico de la carpa.
Huelga señalar que casi todo, en este barrio que es triada, como los mosqueteros, lleva el nombre del padre del Mesías, y cada 19 de marzo la fiesta al patrono San José, con procesión y verbena, la envidia hasta el propio crucificado de la famosa cima.
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El primero en nacer, alrededor de 1938, fue el barrio (“barriada” se llamaba entonces) de San Cristóbal, delimitada por la acequia y la avenida Progreso en las faldas del cerro homónimo. Por entonces, está era la única vía camino que unía Lima con las haciendas y el “Pueblito”, que sería el embrión del futuro San Juan de Lurigancho.
Tiempos históricos los de los primeros vecinos, no solo les faltaban los servicios básicos: tuvieron que enfrentarse a los “areneros”, que trabajan con sus volquetes a orillas del río Rímac. Luego, la Ley N° 13517, la llamada “Ley de las Barriadas”, de 1961, permite el crecimiento, aparecerán las asociaciones de Vista Alegre y San José.
Todos recuerdan que las aguas de la acequia o canal de Lurigancho eran cristalinas y los chicos se metían a vacilarse en tiempos de carnavales. Entonces no existía la avenida 9 de Octubre. Ni sus buses, menos sus combis y mototaxis del siglo XXI. Y la acequia se salía cada año, en lo que hoy es San José de Tres Compuertas, y los vecinos tenían que reforzar los muros en faenas por el bien común.
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Eran tan joven Tres Compuertas que partidas de nacimiento y todos los servicios –salud, educación y otros– los gestionaban en el Rímac, porque era casi imposible llegar a la municipalidad de Lurigancho-Chosica. Hoy, Tres Compuertas tiene tres centros comunitarios, cada uno con sus dirigentes, su propia posta, mercado y parroquia, pero carece de escuela propia.
Por eso, un gran número de sus hijos estudió o estudia en el colegio Tomás Alva Edison, más conocido como “El Bosque”, en Caja de Agua. Hay estrechos vínculos con los de Caja de Agua, a donde llegaron vecinos y amigos que salieron de Cantagallo, de Tres Compuertas, de Santa Rosita y otros barrios aledaños. Ellos protagonizaron la famosa invasión del puente Huáscar, en El Agustino, en enero de 1976, que obligó al gobierno a reubicarlos.
Los de Tres Compuertas serían testigos de la construcción de la avenida 9 de Octubre, hecha sobre rellenos de desmonte, financiada por la familia Checa y sus socios para vender, a fines de los sesenta, los lotes de la naciente urbanización Zárate, epígono de la historia de San Juan de Lurigancho con su más de millón de habitantes.
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Orlando Corzo, Hugo Girón, Walter Izquierdo y José Cervantes cuentan que la idea de escribir el libro Tres Compuertas (Lima, 2023) les nació cuando se encontraban en los velorios de los vecinos. “Había que dejar la historia del barrio, es que existían muchas versiones de su historia”. Algunos, como Orlando, ya no viven aquí, pero vienen cada cierto tiempo a pelotear y reunirse con sus amigos de la sana palomillada.
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San José también se llama la parroquia que los vecinos de los tres barrios levantaron ladrillo a ladrillo, haciendo tómbolas, preparando viandas, en los sesenta. Cada domingo llegaba el padre Jorge Álvarez Calderón, considerado el primer sacerdote de las barriadas de Lima, y quien estudió Teología en Lyon junto a Gustavo Gutiérrez, con quien lo unía la Teología de la Liberación, que en este barrio se hizo verbo y sustantivo. Después llegaron otros dos sacerdotes, todos muy comprometidos –les llamaban “los curitas rojos”– en el destino de Tres Compuertas. Y dejaron su huella de trabajo por los más pobres.
Pero el primer grupo religioso que llegó fueron los evangélicos, quienes hasta hoy tienen su templo El Aposento Alto, en la “parte alta” del barrio, en Vista Alegre.
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Los jirones, pasajes y escaleras de Tres Compuertas son estrechos. Se quedaron así y no asá porque los vecinos nunca aceptaron salirse de sus terrenos cuando los ingenieros quisieron hacer un trazado profesional de las calles. Los primeros pobladores pensaron que era una argucia gubernamental para botarlos y prefirieron quedarse así, con ese trazado al alimón, que ya es parte de su identidad.
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Porque Tres Compuertas es fruto de las migraciones: hay familias de todos los rincones de la patria; por ejemplo, hay un grupo que llegó de Conchucos. El barrio acogió a muchos ancashinos que llegaron tras el terremoto de 1946. O el caso de la familia Cauracurí, cuyos siete hijos se asentaron, cada uno con su lote, y ahora sus nietos y bisnietos continúan viviendo en estas tierras bajo la cruz del San Cristóbal. Los hijos de la gran migración se abrazaron a la música tropical y crearon los grupos Los Avispones, Los Indios Rojos de Conchucos y Son Primaveral.
El exdirigente Daniel Saldaña dice que los vecinos de Vista Alegre siempre recordarán al cajamarquino Santos Culqui, no solo inauguró la primera panadería de Tres Compuertas, sino que también era un experto en ganarle terreno al cerro: dominaba el sistema para calentar y luego enfriar las rocas para picarlas. La mayoría de los cimientos de las viviendas de San Cristóbal y Vista Alegre se forjaron así. Así cuentan sus vecinos “el lado A” de esta historia.
Datos:
El nombre de Tres Compuertas se debe a la estructura hidráulica de tres compuertas, que regulaba el flujo del canal de Lurigancho o canal de Piedra Liza.
128 lotes integran San José; 50 lotes, San Cristóbal; y 210 lotes, Vista Alegre.
La primera línea que llegó hasta Piedra Liza-Tres Compuertas fueron los colectivos de la N° 43, en 1958; la N° 41 sería la primera en llegar hasta Zárate.
Cifra:
5,000 personas a más viven hoy en los tres barrios de Tres Compuertas.
Vecinos de esta zona, a la entrada del distrito de San Juan de Lurigancho, han documentado la historia de su barrio, nacido en 1938.
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José Antonio Vadillo Vila
Periodista