Si busca un destino que le ofrezca conocer cómo vivieron nuestros antepasados y, a la vez, degustar la mejor oferta de platillos tradicionales, Lambayeque es el destino indicado.
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Gabriel Valdivia
Periodista
El vuelo con destino a Chiclayo parte el lunes muy temprano. Es una jornada para conocer un circuito de atractivos que Promperú promueve para dinamizar la actividad turística en esta zona del país. [Lea también: Reniec lanza campaña para obtener DNI electrónico a S/ 30: ¿dónde hacer el trámite?]
Aterrizamos en el Aeropuerto Internacional Capitán FAP José Abelardo Quiñones de Chiclayo, para iniciar nuestro periplo por la capital de la amistad.
Con el programa de actividades preparado por un guía local y formal, salimos en busca del primer destino: El complejo arqueológico Huaca Rajada-Sipán.
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En busca de Sipán
Dicho complejo se ubica entre dos centros poblados. Uno al norte del área monumental, llamado Huaca Rajada; y el otro, Sipán, cuyo origen provendría de la palabra mochica “sipang”, según nos explica la arqueóloga Ceyra Pasapera, directora de este complejo.
Ubicado en el distrito de Zaña, provincia de Chiclayo, en la parte media del valle Lambayeque, aquí se hallaron los restos del poderoso Señor de Sipán, gobernante de la cultura Mochica. Ocurrió en 1987, luego de unos trabajos de recuperación de piezas mochicas que habían sido extraídas clandestinamente.
El máximo jerarca moche vivió alrededor del año 250 d. C. hasta alrededor de los 40 años de edad y lideró una de las civilizaciones más importantes de la costa norte del Perú.
Ajuar funerario
Su sarcófago estuvo acompañado por 8 personajes (3 mujeres, 4 hombres, 1 niño) que serían concubinas, sirvientes y guardianes, además de un perro y una llama, al parecer entregadas en sacrificio.
Su ajuar funerario lo componen numerosas piezas de oro: orejeras, medallones, narigueras y ojos, cetro ceremonial, tocados, así como collares de oro y plata. Rodean al cuerpo conchas spondyllus, piedras semipreciosas y abundantes piezas de cerámica.
Luego, se identificaron otras tumbas de la élite mochica, llamándolos según los objetos que fueron depositados en sus tumbas. Así, se pudo conocer al Sacerdote, al Viejo Señor, a guerreros y nobles.
Metodología vital
“Este estudio pionero aportó un gran hallazgo e inició una metodología que permitió segmentar las áreas a intervenir, para optimizar y rescatar todas las tumbas sin ocasionar más daños que los provocados por los huaqueros”.
Pasapera explica que no solo se pudo conocer a uno de los jerarcas más importantes de la época prehispánica, sino que permitió que los arqueólogos, liderados por Walter Alva y Luis Chero, y la antropóloga Susana Meneses, conocieran las metodologías aplicadas para conservar una tumba intacta.
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Otro personaje, denominado Sacerdote Mochica complementaba la historia de la élite local, pero con la recuperación de El Viejo Señor de Sipán, jerarca moche de igual importancia, pero de un tiempo anterior y que incluía 53 ornamentos de oro, evidenció que los cargos y poderío de sitio eran de varias generaciones.
Pasapera afirma que el sitio arqueológico de Sipán, con el tiempo, pasó a convertirse en una suerte de sitio de recuerdo de los ancestros, y por eso es que se siguen observando ofrendas en tiempos posteriores a los mochicas.
“Más adelante, fue cambiando de funcionalidad y llegaron también nuevos grupos de las culturas Lambayeque y Chimú, hasta llegar incluso a la presencia inca”.
En el Complejo Arqueológico de Sipán, el visitante podrá acceder al Museo de Sitio, el cual muestra los tres contextos funerarios de la élite mochica recuperados en las excavaciones realizadas a partir del 2007 en el mausoleo real de Huaca Rajada-Sipán: el Sacerdote Guerrero (tumba número 14), el Noble Guerrero (tumba 15), hallado en 2009, y el Señor Guerrero (tumba 16), registrada en el 2010.
De ajuares y a Zaña
Al respecto, la arqueóloga precisa que su “ajuar funerario denota su función y rango social. Cada pieza ha permitido que se le atribuya el nombre que ostenta y ha permitido incorporar nueva información que ayudó a comprender la organización social, política y religiosa de este centro de poder que debió sustentar su poderío por el adecuado uso de los recursos y el dominio territorial de uno de los valles costeros más productivos”.
A unos 45 minutos de Chiclayo se encuentra la localidad de Zaña, fundada por los españoles el 29 de noviembre de 1563 bajo el nombre de Ciudad de Santiago de Miraflores de Saña.
Ubicada estratégicamente entre el mar y la sierra, fue una de las poblaciones más importantes de la costa peruana, al punto que en un momento se le consideró candidata para ser la capital del Perú, pero que decayó debido a los embates de la naturaleza y a un saqueo protagonizado por el bucanero inglés Edward Davis, este último ocurrido en 1686 y que ha quedado registrado en numerosos documentos que dan cuenta que Zaña era reconocida por su opulencia.
Pero Zaña tiene que ver también con la presencia afrodescendiente más importante ocurrida en nuestro país. A esta localidad llegaron esclavos negros adquiridos por los españoles para el uso de las plantaciones azucareras cercanas, como lo señala el libro de Luis Legoas López, Zaña ayer y hoy, pero también para trabajar en construcción y en servicios diversos.
¿Qué visitar?
Hoy, en Zaña se puede visitar el Museo Afroperuano que describe la presencia de los hombres africanos que fueron trasladados a América y el Caribe durante la esclavitud; el convento de San Agustín y el pórtico de la iglesia La Merced que no obstante el deterioro sufrido por numerosos eventos climáticos, dejan entrever una etapa de esplendor arquitectónico que es posible admirar gracias a los esfuerzos por mantenerlos en pie.
Estos espacios sirven de escenario para disfrutar historias del pueblo, cadenciosas décimas que hablan de amor y la religión y también para apreciar reñidas competencias de tondero, festejos y hasta el llamado “golpe tierra”, una danza que afirman es anterior al mismo tondero.
Lo más importante es el proceso de mestizaje que sobrevino de la relación de los esclavos con las poblaciones de la costa norte y los propios españoles, expresada en muchas de sus manifestaciones culturales y hasta en sus comidas.
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Afrodescendientes
“Zaña conserva hoy hasta un 90% de afrodescendientes, pero cuando hablamos de la raza originaria negra, esta se mantuvo solo hasta las décadas de 1940 o 1960”, refiere el decimista y escritor Alfredo Pérez Samamé.
Señala que, en adelante, ya no hay tantos negros como sí ocurre en otras ciudades. “Lamentablemente, la gente abandonó la ciudad debido a las inundaciones, pero quedaron las tradiciones, la cultura, el canto, la música y los vestigios arquitectónicos que representan la historia pasada de Zaña”.
Hoy, el Monasterio de San Agustín conserva para el visitante túneles, bóvedas, arcos, muros y columnas que constituyen una joya arquitectónica que se resiste a desaparecer gracias al esfuerzo de las autoridades.
Sabores innovadores
Visitar Lambayeque, la experiencia no puede quedar a medias sino se disfruta de los otros atractivos que muestra la ciudad. Uno de ellos, y que en sí mismo justificaría un viaje a la región, es la experiencia culinaria que se sustenta en productos del agro que hacen de la gastronomía chiclayana una de las más celebradas.
Platos como el seco de cabrito, el arroz con pato, el delicioso chinguirito o la causa lambayecana, entre otros, forman parte de los potajes preparados tanto en forma clásica como también en una versión gourmet, que hoy es más frecuente ver en la ciudad, cuya propuesta de restaurantes ha crecido considerablemente.
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Recorrido nocturno
Un recorrido gastronómico nocturno nos llevó hasta Suma, un moderno complejo arquitectónico que agrupa a varios restaurantes y bares gourmet, donde estos potajes tradicionales muestran variantes en sus preparaciones con resultados bien logrados tanto en sabores como en texturas y que el comensal celebra. Del mismo modo, los bares apelan a la inspiración y creatividad de sus bartender para ofrecer aperitivos que, por ejemplo, reúnen en una copa, una medida de whisky, limón, culantro y un toque de ají como el que ofrece el Bárbol, donde entendidos e iniciados disfrutan y repiten.
Datos
El sitio arqueológico de Sipán es una gran ciudad con un área monumental donde se encuentran los edificios públicos más importantes.
Además de la plataforma ceremonial, suerte de edificio en el que se realizaron los rituales dirigidos por las élites, y la pirámide político-administrativa, donde se gerenciaron los recursos del valle.